domingo, 5 de agosto de 2012

Sobre de lavabo en Caesar Stone Mink.

Cuando uno va a comprarse ropa tiene una idea general de qué es lo que quiere… va a la tienda… selecciona la prenda, pasa al probador… se la pone… se mira en el espejo y decide comprarla o no… Simple y sencillo ¿verdad?
Cuando un cliente quiere un trabajo en mármol por lo general tiene una idea aproximada de qué es lo que quiere o le gusta…     ¿y después?... Después viene al taller, mira los materiales disponibles y tiene que realizar el esfuerzo de imaginar como quedará el trabajo una vez finalizado.
Siempre me pongo en el lugar del cliente y me hago cargo de lo complicado que es decidirse por un material u otro y por un acabado u otro… En este punto es cuando al cliente le has de asesorar dándole el mayor número posible de opciones, con sus correspondientes especificaciones,  para que sea él quien determine que opción cumple mejor con su criterio estético.
En contadas ocasiones el cliente tiene todo sumamente claro, desde el color y tono que debe tener el material hasta los acabados. La premisa a cumplir siempre es satisfacer al cliente, y cuando el cliente tiene una idea muy concreta de qué es lo que quiere y cómo lo quiere representa una dificultad añadida a la labor de conseguir la satisfacción del cliente, que es siempre el objetivo final.
Ahora bien, siendo sinceros, es cuando se trata de asumir ese reto que más a gusto trabajas, aun cuando sea con más presión…
El trabajo que le presentamos a continuación tiene varias “singularidades”:
 En la selección del material se dejó a un lado las marcas comerciales, optando por un sintético de cuarzo de una marca internacional que no es muy habitual en nuestro país (siendo sin embargo la pionera en este tipo de materiales allá por el año 1987 y estando como poco al mismo nivel que las marcas que más renombre han adquirido en el mercado español). El acabado de los cantos, tanto de bancada como del orificio de lavamanos había de ser biselado (con unas medidas e inclinación concretas),  el lavamanos a instalar tiene una forma nada habitual  en la que además de no poseer la plantilla para la realización del orificio que suelen proporcionar los fabricantes, se tenia que respetar el mismo bisel que el canto del sobre, con unas curvaturas  “imposibles”  (con herramientas circulares has de realizar un pulido en un plano inclinado acompañando unas curvas “sinuosas”… algo así como las curvas más cerradas del circuito de Montecarlo  con maquinaria manual  que gira a 3.500 revoluciones por minuto), y para acabar el zócalo ya que era de un grosor menor que el sobre debía variar las medidas de su bisel para estar, como no, acorde con el bisel del sobre…
En estos tiempos en los que para muchos parece que se impone el “todo en serie y todo igual que se abaratan los costes de producción” es un privilegio poder realizar trabajos únicos y personalizados. Dedíquenle unos minutos a ver el siguiente video y después sean honestos… ¿no sienten algo de envidia de este lavabo?... yo personalmente SÍ.