sábado, 31 de marzo de 2012

Leer entre líneas

El paso del tiempo siempre es provechoso si uno sabe hacer que lo sea. Con los años uno comprende y entiende que cada cliente es único, no puedes encasillarlo en una tipología determinada. A cada cliente tienes que conocerlo.
En el trato directo con el cliente uno ha de saber leer entre líneas, no harás que tu trabajo sea mejor en función del valor que tú le otorgues a una faena determinada… el único criterio valido va a ser siempre el del cliente, y no le expliques ni cómo has hecho qué ni como elaboraste cual… lo que va a darle valor a tu trabajo va a ser únicamente la percepción que el cliente perciba de dicho trabajo.
A continuación quiero mostrarles uno de los últimos trabajos que hemos realizado… se trata de una rampa de vestíbulo que se ha construido como “añadido” para una finca de varios vecinos. Si uno pudiera elegir, sin duda, trabajar para una comunidad de vecinos sería de las últimas opciones que uno escogería, dado que a más “clientes” más complicaciones para satisfacer a todos.
En este caso, el encargo de realizar una rampa en un vestíbulo vino de parte de un albañil de segunda generación, y hago notar lo de segunda generación porque es algo a valorar: de tal palo tal astilla… “el palo” (hoy en día ya jubilado) era un gran y buen albañil, “la astilla” sigue los mismos pasos.  En la medición se nos marcó una premisa: “Fernández, tienes que regatear la rampa para evitar que la gente patine, como la que tienen en el portal de al lado, pero házmela con gracia”.


Así pues, tras tomar las medidas, entré en el portal contiguo, para ver sobre que debía “competir”. La rampa estaba formada por varias piezas con un regata de +/- 5mm. cada +/- 4 cm. Una vez en taller, con la ayuda del “bendito Autocad” dividimos la rampa (5,04 m.) en 7 piezas, cada pieza en grupos de 7 cm. de regateado (4 grupos de regatas de 1 cm. con un intervalo pulido de 1 cm) con espacios de 7,4 cm. sin pulir. Hicimos coincidir el inicio de pieza con inicio de regata a fin de ocultar la junta, y las piezas de los laterales: “la cuña”, la hicimos coincidir con el despiece de la rampa. En resumidas cuentas, “la gracia” fue tan solo el mimo y la dedicación en la ejecución para encontrar una harmonia acorde con un trabajo sencillo pero bien equilibrado.
Antes de haber transcurrido una semana de la entrega de la rampa, el albañil en cuestión vino a solicitarnos otro trabajo y entonces nos dijo que tanto el administrador de fincas que gestionaba la comunidad de vecinos en la que se había realizado la rampa como los propios vecinos le habían felicitado por como había quedado.
El objetivo a cumplir con esta faena había sido el “con gracia”, conocido ya de muchos años al cliente la interpretación era sencilla, y la ejecución fue meticulosa, correcta y perfecta… les dejo a continuación unas fotos… ¿Qué opinan ustedes?














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